viernes, 19 de septiembre de 2008

Vacaciones en Canarias (y II)


La segunda parte de las vacaciones fue distinta. Seguía anonadado de ver cómo los ingleses seguían en sus trece de desayunar judías, aunque ahora ya no estaban en un hotel de todo incluido, sino por todas partes.

Playa del Inglés es como una especie de Benidorm pero en el piso de arriba de la playa. Y digo esto, porque gran parte del resort (que ahora resulta que Benidorm es un "resort", cuando a mí siempre me ha parecido un atentado al buen gusto) se encuentra sobre un acantilado, y para bajar a la playa hay que bajar escaleras o aventurarse a tomar un ascensor que te lleva directamente a un centro comercial por el que tienes que pasar impepinablemente para acceder a la playa. No está mal pensado. Más hacia las dunas de Maspalomas ya no hay esas escaleras, pero se convierte en grandes cuestas que cuando vas a la playa bien, pero cuando vuelves son la peor de tus pesadillas.

Y los centros comerciales. Compuestos por un supermercado pequeño, unos recreativos, varias terrazas, lugares donde ponen kebabs y hamburguesas y multitud de pubs para comsumo casi exclusivamente inglés. Hasta el Gambrinus es un restaurante-pizzería, cuando siempre ha sido un bar de tapas y raciones.

Eso sí, la playa en sí es una maravilla, y el campo de dunas es digno de ver y darse un paseo por allí. La sensación de estar en el desierto viendo el mar de fondo es cuando menos curiosa. Remontar una duna, donde sólo ves una pared de arena, guiándote por las huellas de los que antes han seguido ese camino y de pronto llegar arriba y ver el mar da una sensación de plenitud difícil de describir.

Luego están los apartamentos, que hay de todo tipo. Desde los pequeños complejos de 20 apartamentos hasta los grandes aparthoteles. Yo esta vez me decidí por un complejo pequeño y la verdad es que estuvo bien, porque era tranquilo y sobre todo no tenías aglomeraciones en la piscina, había tumbonas disponibles siempre y no tenías grandes distancias para llegar al apartamento (no son nunca demasiado grandes, pero con el bañador mojado y las chanclas cualquier distancia es larga). En contrapartida, no tienes los servicios de los que dispones en un aparthotel grande o un hotel.

Y seguro que parece que no me ha gustado, pero no es así. Es la segunda vez que voy a Playa del Inglés y no creo que sea la última. Es más, lo recomiendo, porque es un sitio en el que se puede descansar sin renunciar a pasarlo bien, con buenas playas y precios no demasiado caros. Eso sí, para encontrar un sitio donde pongan "papas arrugás" se pasa bastante mal, y no te digo si quieres comer gofio.

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