jueves, 3 de junio de 2010

Secundarios de lujo: Dennis Hopper

Mi primera aportación al blog quería enfocarla hacia una de mis mayores aficiones: el cine. Y hacerlo sobre un tema que a mí me fascina. Son esos tipos que aparecen en la pequeña o gran pantalla y destacan inmediatamente aunque no sean los protagonistas. Son los secundarios de lujo.

¿Qué es un secundario de lujo? Pues ya lo hemos dicho. Es ese tipo (o tipa, que también se puede incluir a no pocas mujeres en la categoría, pero como no soy políticamente correcto y me parece un auténtico coñazo lo de incluir la @ o el o/a en cada palabra lo voy a escribir como me dé la gana) que cuando entra a escena se hace con ella de tal manera que luego, cuando recordamos la película con un café o una caña acompañada de una patatas bravas (me está entrando hambre) no nos acordamos del prota, que puede ser alguien tan soso como el Keanu Reeves, sino de la frase lapidaria, la bofetada o la jeta que ponía el secundario que es la que marca la escena.

Y empezaremos por uno de los más grandes y que se nos acaba de ir: Dennis Hopper.


No voy a ponerme a recitar listas de películas o apariciones. Para eso ya tenéis imdb. Vais allí y lo buscáis, vagos. Lo que quiero hacer es dar mi opinión personal acerca de la persona (¡redundancia, redundancia!) y destacar sus mejores trabajos. Algo completamente subjetivo, claro, pero para eso es MI opinión. La vuestra, en los comentarios.

Dennis era de esos que se tomaba su trabajo siempre en serio. Lo que no quiere decir que se lo tomara seriamente, sino que sabía como darle el punto adecuado a cada trabajo. Y siempre como un auténtico profesional. Por ejemplo, en Waterworld, el truño acuático que arruinó el prestigio y la cabellera de Kevin Costner. Dennis era el malo (un papel, el de malo, que le dieron muchas, muchas veces. Le pegaba.) y como ya vio que aquello era una coña marinera se puso a tono, haciendo uno de los malos más pasados, descacharrantes, increíbles y descerebrados de la historia del cine. Y de paso le daba cien mil vueltas al Costner y sus agallas orejeras.


Dennis, tabaco y alcohol. Inseparables.

Dennis, siempre como secundario, había participado en películas grandes como Gigante, Rebelde Sin Causa o Duelo De Titanes alternando con apariciones en series como Bonanza, Cheyenne o The Twilight Zone hasta que le llegó su gran papel en Easy Rider y se empezó a forjar la leyenda.


Dennis y su chopper. La imagen que siempre le asociaremos.


Bueno, no es que le llegara el papel. Es que la dirigió él mismo y la escribió a pachas con Peter Fonda y, por supuesto, se reservó el papel más lucido. La película, vamos a dejarlo claro, es un auténtico coñazo. Solo se salvan las impresionantes imágenes de Dennis y Peter en la moto por las interminables rectas desérticas del medio oeste americano y las escenas de Jack Nicholson, pero la película se convirtió en todo un himno a la vida hippie y entró de lleno a formar parte del olimpo gafapastoso. Yo me quedo con la moto, lo mejor de la peli.


Su relación con el alcohol y las drogas siempre fue muy buena. Que no se separaban nunca, vamos. Y así fue dando tumbos hasta que le llegó otro gran papel de la mano de Coppola en Apocalypse Now.


Dennis pasadísimo. De vueltas y de todo.


Hacía el papel de periodista perdido en el campamento/manicomio del coronel Kurtz. No le costó mucho hacerlo, claro, ya que en el fondo se estaba interpretando a sí mismo (Dennis era, además de actor, un GRAN fotógrafo). Cuenta la leyenda, y parece ser verdad, que Coppola, harto de que Dennis no pudiera recitar bien su papel ni una sola vez por no estar en condiciones de hacerlo, le dijo que soltara en escena lo que le diera la gana, lo que pensara que le iba bien al papel. Y así quedaron los desvaríos más auténticos de la historia del cine. Porque eran auténticos 100x100.

Luego se fue reformando y los directores de Hollywood y bastantes de cine independiente le fueron llamando para que diera a sus películas ese toque de calidad que siempre daba, independientemente de que la película fuera una superproducción comercial como Speed o una pretenciosidad gafapastosa como Terciopelo Azul. Dennis siempre lo hacía bien.

Y como para muestra un botón, os dejo con una de sus mejores escenas. Dennis contando la historia de Sicilia a otro de los grandes secundarios de lujo (quizá merecedor de otro artículo), Christopher Walken en la muy respetable Amor a Quemarropa. Disfrutadlo mientras os tomáis un Jack Daniels y una cerveza (traguito y trago, traguito y trago) a la memoria de Dennis.



2 comentarios:

Sergio dijo...

Genial Dennis Hopper. Toravía lo recuerdo en Apocalypse Now, avisando de lo que se podía encontrar uno en los dominios del Coronel Kurtz.

Me parece una gran idea la de los secundarios de lujo, tan olvidados como necesarios. Ya se merecían un homenaje, por pequeño que pueda ser.

El que apaga las subestaciones dijo...

Como descendiente de sicilianos emigrados a Valencia con Carlos III el Malo y como lector titular de la cátedra de Historia Altomedieval de la Universidad del Metro de Madrid, no me queda más remedio que quejarme:

¡A la escena le falta el final!


Ah, y los moros llegaron a Sicilia antes que los normandos, no después. Pero yo a la películas no les pido rigor histórico ni tan siquiera antropológico desde que vi a Boris Karloff y a Woody Harrelson hacer de jefes indios.